Blog

Cuando tenemos un problema en la visión acudimos generalmente al óptico o al oftalmólogo para resolverlo. A veces la solución está en prescribir unas gafas o unas lentes de contacto. Esto es lo que conocemos como optometría clásica.

En otras ocasiones observamos cambios en el comportamiento que hacen que tengamos un mal rendimiento en clase o en el trabajo, o incluso nos provoque mucha pereza poder leer un libro y llegar a terminarlo.

La optometría funcional estudia los cambios en el comportamiento del individuo (sea niño o adulto) y su relación con la visión. Un desarrollo visual incompleto o un stress en clase o en el trabajo, puede provocar una serie de signos o síntomas que hará cambiar el comportamiento hacia lo que nos rodea.

Muchas veces los profesionales hemos oído en consulta frases del tipo “Mi hijo nunca me ha dicho que ve mal”.

La ausencia de síntomas, puede ser indicativo de adaptaciones sensoriales más profundas dóndepueda existir alguna pérdida de las habilidades visuales necesarias para el buen funcionamiento de nuestro sistema visual.

Desde nuestro nacimiento hasta los 7 años aproximadamente, nuestra visión va desarrollando estas habilidades visuales en sus diferentes etapas de crecimiento y maduración ocular. Esto es muy importante ya que las habilidades y necesidades de un bebé de 2 años, no son las mismas que la de un niño de 6 años que está aprendiendo a leer, ni son las mismas que las de un adulto que pasa largas horas de su jornada de trabajo delante de un ordenador.

Aunque esto es lógico, en los tres casos existe una necesidad visual en visión cercana, que dependiendo de la habilidades de cada individuo producirá un comportamiento en cada uno.

Es por ello de vital importancia la valoración visual completa en etapas primarias del desarrollo para comprobar cada año cómo se van completando estas etapas que marcarán el buen funcionamiento visual  a lo largo de su vida.