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Según el Instituto Internacional de Miopía (IMI), en la actualidad, el 30% de la población mundial es miope y en 2050 se estima que afectará al 50% (5.000 millones de personas). Un 10% de la población desarrollará alta miopía y un 3% será afectada por miopía patológica.

La miopía patológica supone un riesgo para la salud puesto que entre en 50 – 70 % de los afectados desarrollarán enfermedades oculares graves que deterioran muy seriamente la visión y, por tanto, la calidad de vida de las personas. En algunos países del mundo se considera la miopía como una preocupación de salud pública y figura en la agenda de la Organización Mundial de la Salud. En este contexto, existe una necesidad apremiante de comprender cómo se desarrolla la miopía y encontrar soluciones innovadoras para prevenir o retardar su avance.

La aparición y crecimiento de miopía es debido a una interacción de factores de riesgo de tipo genético, étnico y ambiental. A continuación, vamos a enumerarlos:

La edad: se puede determinar qué niño está en riesgo de desarrollar miopía comparando su graduación con el dato normal de refracción para niños de su misma edad. Desde los dos o tres años se puede identificar de ahí la necesidad de una revisión en edades tempranas. Este tipo de miopía en niños de corta edad es el mayor factor que contribuye a la progresión rápida de la miopía.

Genética: tener padres miopes, uno o ambos.

Origen étnico: las personas de origen asiático tienen una mayor prevalencia.

Trastornos de la visión binocular: un pre- miope presenta una respuesta acomodativa reducida. Es decir, su capacidad de sostener el enfoque en distancias cercanas está reducido.

Entorno visual: la cantidad de tiempo que se pasa al aire libre tiene relación con la aparición de la miopía. A menos tiempo al aire libre mayor posibilidad de hacerse miope.

Las distancias de lectura cortas y durante periodos continuos de tiempo se asocia de manera significativa con la progresión de la miopía. Esto se puede relacionar con el uso de dispositivos electrónicos en cuanto el tiempo de uso y la distancia de trabajo.

Todos estos factores resultan muy familiares en la situación actual en nuestro país y, sobre todo, después de dos años de pandemia en que las actividades al aire libre se han visto reducidas a cambio de un incremento significativo en las del entorno en cerca, como la lectura o el uso de dispositivos móviles. Teniendo en cuenta la situación, las propuestas para el control de la miopía se han centrado, en prevenir su aparición o frenar la velocidad de su progresión.

La evidencia existente indica que la progresión de la miopía y el crecimiento de la longitud axial del ojo se puede frenar hasta un 50%, con tratamientos ópticos, farmacológicos o comportamentales.

Los tratamientos de los que disponemos los ópticos- optometristas para ralentizar el avance de la miopía se basan en producir un desenfoque miópico en la retina periférica mediante el uso de:

  • Lentes de contacto de Orto-k tanto diurnas como nocturnas
  • Lentes oftálmicos con diseño DIMS, es decir, con segmentos periféricos para producir un desenfoque en la retina periférica
  • El uso de bajas dosis de atropina para inducir dicho desenfoque, en colaboración con el oftalmólogo.

Todos estos tratamientos tienen evidencia científica de su eficacia, por eso en COR disponemos de los medios para abordar el control de la miopía, adaptándonos a las circunstancias de cada familia para iniciar el tratamiento más adecuado y personalizado.

El control de la longitud axial del ojo es crítico para conocer la tasa de crecimiento de la miopía por lo que es indispensable el uso del biómetro, un aparato que hoy por hoy es fundamental para poder llevar a cabo un control de la miopía eficaz en la población infantil.

El biómetro es un dispositivo que mide la longitud axial del globo ocular, es decir, sirve para conocer las medidas exactas del ojo con gran precisión. Nos proporciona las medidas periódicas de la longitud axial del ojo del niño y permite realizar predicciones de la progresión de la miopía, lo que nos posibilita disponer de los datos de crecimiento del ojo y saber exactamente cuánto ha crecido en un periodo de tiempo concreto para poder tomar las decisiones correspondientes. Es una prueba muy sencilla y nada invasiva para el paciente, solo tiene que apoyar barbilla y frente y mirar fijamente a la exposición de una secuencia de luz infrarroja, a continuación, tendremos los datos del programa que analiza de forma automática. 

En COR estamos muy sensibilizados con el rápido crecimiento de la miopía en la población infantil, por eso tratamos de concienciar a todos los padres de la importancia de una revisión completa y anual para detectar posibles cambios o problemas a tiempo.